Relatos que impactan y sobrecogen. En Los jefes y Los cachorros, la tiranía y la violencia marcan una sociedad en la que es preciso demostrar cada día que no se defraudan las expectativas de los demás.
Los jefes (1959), fue el primer libro publicado por Mario Vargas Llosa, con el cual obtuvo su primer reconocimiento literario, el Premio Leopoldo Alas. Según su autor, «Los jefes es un pequeño microcosmos de lo que vendría a ser el resto de mis libros».
Cuando escribió Los cachorros (1967), el escritor peruano era ya dueño de todas sus facultades narrativas, por lo que es un muestrario de la diversidad de las pasiones personales y colectivas. Tal y como afirma Vargas Llosa, «de todas las obras que he escrito es la que ha tenido interpretaciones más diversas».
A través de los adolescentes protagonistas de las dos obras, Vargas Llosa reflexiona sobre la tiranía y la violencia que marcan una sociedad y frustran las expectativas de sus habitantes.
Los jefes y Los cachorros sirvieron como antecedente, como precalentamiento para la construcción de las obras maestras de Vargas Llosa. Muchos de los elementos tecnicos y narrativos que caracterizan la prosa del gran escritor peruano y aparecen en estas primeras piezas breves: el espacio exterior, por ejemplo, que tiende a ser reducido y opresivo, describe una universo carente de equilibrio o armonía que en demasiadas ocasiones conduce a la frustración. Ese espacio obliga a los personajes –adolescentes sobre todo– a ofrecer una máscara, fruto de la acomodación a las normas sociales, que impide la autenticidad. Sin embargo, en un nivel más íntimo, aflora la cara más sincera, la verdad de las existencias individuales, que choca con la otra superficie y crea una tensión insoportable. De este modo, tanto las pequeñas historias que aparecen en Los jefes como la novela corta Los cachorros nos introducen en el mundo sugestivo que Vargas Llosa ha sabido crear y desarrollar desde hace casi medio siglo y que lo ha colocado en la cima más alta de la literatura de nuestro tiempo.